sábado, 24 de marzo de 2012

Infidelidad

Yo tuve un novio -mejor dicho un ligue- que cambiaba de médico,  dentista y de peluquería cada dos por tres. A mí eso me parecía un síntoma de poca fidelidad. Son cosas muy íntimas como para dejárselo a un encadenado de desconocidos. Yo no voy casi nunca a la pelu, pero con mi dentista podría decirse que hemos crecido juntos.

Pero no sé si debe ser la edad  -mi novio era bastante mayor que yo, y lo sigue siendo, claro-  que creo que estoy empezando a ser infiel.

Os conté lo de mi osteópata, y después de varias sesiones creo que ya no le doy más cancha. No avanzamos. Así que, de momento,  lo he abandonado por un chino del barrio que me recomendó una vecina al verme como una cuchara de palo  dolororida de mi hombro.

El chino, cuyo nombre no puedo pronunciar, después de abrir la puerta me saludó como saludan los chinos, adelantando el cuerpo muy levemente. No hablaba pero sonreía mucho,  porque no sabe absolutamente nada-de-nada de castellano, ni de catalán, ni de francés, ni de inglés!!! 

Es imposible !!! -pensé- este chino se debe estar haciendo el sueco!!!

... No puede ser -de dije-, y como si me dirigiera a una pared, se limitó a tomarme el pulso y empezó a "escuchar" no se qué en él.
Lo que fuera que oyera le indicó dónde debía de colocar las agujas que, por cierto, a mí me dolieron. Y cuando me quejé me dijo que no, que era "calamble". 

Después de media hora sacó las agujas y empezó a escribir (en chino) en un papelito pequeño de tamaño de un post-it. No sé nada de chino, pero se intuía claramente su mala caligrafía -como la de la mayoría de médicos-. Eran como verdaderas hormigas apastadas -¡¡¡ Eso sí son garabatos y no los de "nuestros" médicos!!!-. Al acabar enrolló el papelito y lo introdujo en algo parecido a mini-tubo de ensayo, con mi nombre escrito en chino. Todo un ritual muy simpático hasta que vi que también introducía en él las agujas con las que me había martirizado. Gran susto!!!... Yo creía que eran desechables!!! -aséptica que es una-.

Así que entre el daño, las agujas reciclables y la nula comunicación, creo que no volveré, porque sólo sabe decir cuatro palabras en castellano: bien, mal, calamble, y ah!:  al final y después de ofrecerme "su" agenda para que me apuntara yo misma mi nombre y la próxima cita: dijo "tleinta".

En fin, que por lo de las agujas y por ser una persona que no ha tenido el detalle de aprender una pizca de nuestro idioma -o algún otro que no sea chino, por favor!!!- para tener una mínima interacción con sus pacientes y vecinos... he perdido la confianza... Con lo bonita que es la medicina y lo bonito que es mi "ballio"!!!

lunes, 5 de marzo de 2012

PLACER Y DOLOR

El otro día fui a visitar a N. Hacía una semana de nuestra última cita. Me abrió la puerta, me saludó y entramos en la cálida habitación de la izquierda después del pasillo. Dentro olía a mandarina. Me desnudé.


Minutos más tarde, tras la puerta cerrada, se nos podría haber oído decir:



- ¿Así?... ¿Directamente vas? -le dije.
- ¿Qué te esperabas? -digo N.
- No sé... que no fueras tan directo, que te aproximaras más lentamente...
- Pues no... ¿te duele?
- Sí, claro -dije

Y me entró una risa tremenda.

Esta conversación, es tan sólo una muestra de lo poco que hablamos N. y yo.

N. es nuevo para mi, tiene unos doce o quince años menos que yo y tiene unas manos firmes y una voz dulce. Es mi osteópata.

Acudí a él porque además de una hernia y un ciático pinzado, me había caído y me dolía mucho en el costado.
Bueno, lo que os decia: que a partir de mi primera carcajada -al oir nuestras propias palabras-, no pude evitar fijarme en cuánto tiene en común el dolor y el placer. Incluso en el vocabulario.

- ¿No se te ha desmayado nadie de dolor?- le pregunté al final - antes de quedarme sola y  después de que me dijera que  me quedara un par de minutos y me levantara despacito-.

- No, y espero que nunca se desmaye nadie.

- ... Pero es que duele mucho.

- Sí duele, sí. Ya sé... -dijo-  pero es cuestión de buscar el punto exacto y el nivel máximo de dolor soportable, y aguantar hasta que el musculo se relaja y ya...

Y me reí por dentro, pensando otra vez en el dichoso vocabulario. Me sonaba a Sado-Maso.
-¿Cúanto te debo? 

Y después de pagarle, nos  despedimos hasta la próxima cita.

Por el camino de vuelta pensé en que os lo tenía que contar y que mi hijo mayor al leerlo haría JUAAASSSS JUAAAS JUASSSSSSSSSSS... pero no. Se lo he dejado leer y me ha dicho que no le ha gustado porque hace poco ha visto un capitulo de "Dos hombres y medio" donde hacían una "bromita" parecida al respecto... en fin, que según él, el tema está muy visto. Pero yo, como él, nos escuchamos el uno al otro aunque acabamos haciendo lo que queremos.

Así que aquí está mi episodio. Y cuidaos las espaldas que duele muchísimo y sale muy caro!!!